Entrevista

“A nadie le ha interesado seriamente el problema de las lenguas”: Francisco Toledo

Vidal Pineda

Fotos: G. Mejía

Ni por casualidad, ni tan de repente, la idea de ayudar al desarrollo de las lenguas indígenas en Oaxaca comenzó a rondar en la cabeza de Francisco Toledo desde hace 40 años. En su natal Juchitán, desde la Casa de la Cultura, colaboró con Víctor de la Cruz para editar textos bilingües de escritores y poetas como Nazario Chacón Pineda o Francisco Javier Sánchez Valdivieso, Pancho Nácar, o el Vocabulario Colombino que mandó imprimir Porfirio Díaz con motivo del centenario de la Independencia de México.

Hoy, desde el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que fundó hace 28 años y que en enero de 2015 donó al Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), el artista plástico habla sentado en una mesa de madera, bajo la sombra de las bugambilias del patio trasero y el trinar de las aves que en ocasiones rebasan el timbre de su voz.

Sobre la mesa hay cuadernos, ediciones de la revista El Espulguero, una antología de poesía indígena, un diccionario castellano-zapoteco y libros para ilustrar. Es tan sólo una muestra del material didáctico que ha creado en estos últimos años, y a los cuales se han sumado maestros, escritores y organizaciones civiles como la Fundación Alfredo Harp Helú, con quienes ha impulsado la impresión de algunos ejemplares y la grabación de discos bilingües que ayuden a la enseñanza de las lenguas indígenas oaxaqueñas, sobre todo el zapoteco, el mixteco y el mixe, con algunas de sus variantes más representativas.

“En realidad no es una ocurrencia de este momento”, afirma, pues el trabajo que inició en Juchitán lo siguió hasta Europa, específicamente a París, donde realizó una estancia y a la par logró, en 1942, la edición a distancia del Vocabulario en lengua zapoteca de fray Juan de Córdova, de 1578.

mtEn 2011, con la instauración del Premio CaSa (Centro de las Artes de San Agustín) de creación literaria en lengua zapoteca, el pintor juchiteco se da cuenta de que falta mucho por descubrir en el complejo mundo de las lenguas indígenas de Oaxaca y sus variantes. Es decir, trabajar a favor de los 16 grupos etnolingüísticos que cubren todo el estado, una tarea complicada en medio de reformas educativas propuestas desde el gobierno federal y de manifestaciones magisteriales que ven en ellas un sistema de opresión.

La importancia de los maestros, la ENBIO y las normales

Para Toledo no hay limitaciones, el trabajo debe continuar y por eso algunas de las publicaciones bilingües son acompañadas por un disco que ayudan al lector a enfrentarse y entender el zapoteco. Por ejemplo, la edición de las fábulas de Esopo, traducidas a cuatro variantes del zapoteco, en la que participaron Pergentino José Ruiz, Janet Chávez, Juanita Vásquez, Natalia Toledo y Víctor Cata, que se basaron en la Traducción de las fábulas de Esopo para el uso de los jóvenes que cursan la cátedra de latinidad en el Colegio Seminario, fechada en 1849 y editado por el oaxaqueño Ignacio Rincón. El documento fue hallado hace algunos años por el impresor Juan Pascoe y el proyecto vio la luz con el apoyo y el interés de Toledo y María Isabel Grañén Porrúa, en ese momento directora de la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, donde se resguarda el original.

Este proyecto incluyó una carpeta especial de grabados que se vendió y, con lo obtenido, financiaron la impresión de nuevo material didáctico que pudiera facilitar el trabajo de los maestros. Por eso él y sus colaboradores se acercaron a la Escuela Normal Bilingüe de Oaxaca (ENBIO), en San Jerónimo Tlacochahuaya, pero se dieron cuenta de que la normal no cumple con las funciones para la cual fue creada.

“No se enseña en las lenguas, no hay material didáctico. Cuando los muchachos van a las comunidades tienen que improvisar. La normal bilingüe está muy mal organizada y lo más grave de todo es que la gente que sale de esa institución no regresa a sus comunidades, los mandan a otros lados. ¿Entonces para quién estamos creando este material si detrás de él no hay un maestro que lo esté utilizando?”, dice, desanimado, porque se han acercado a directivos y al Instituto Estatal de Educación Pública (IEEPO), pero nadie soluciona nada.

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Toledo es realista y ve poco posibles las soluciones institucionales, sobre todo después de enterarse del proyecto de reducción educativa que anunció Aurelio Nuño, titular de la Secretarían Educación Pública (SEP), durante la Cumbre de la Movilidad Social 2016. El periodista Luis Hernández Navarro describió este proyecto como “una especie de nueva reducción de indios” (http://www.jornada.unam.mx/2016/11/22/opinion/016a2pol).

“Yo creo que a nadie le ha interesado seriamente el problema de las lenguas; las lenguas están por desaparecer, están empobrecidas. El caso de Juchitán es excepcional porque ha habido generaciones de juchitecos que se han interesado en su lengua; la han analizado, han escrito poesía, hemos tenido dos académicos de la lengua española, Andrés Henestrosa y Víctor de la Cruz, que son gente de primera, entonces esperemos que siga saliendo de Juchitán este interés”.

Ese interés lo tienen los integrantes del Colectivo Bicu yuba, que con el apoyo del artista, dos maestros zapotecas y un mototaxi que adecuaron con una prensa y una biblioteca, se dedican a distribuir el material didáctico que se imprime desde La Maquinucha, una impresora que resguarda el IAGO, por las calles de la comunidad.

Ahora, la idea es ocupar la impresora que tiene el CaSa, adquirida con el recurso destinado por el diputado Francisco Martínez Neri a través del programa Oaxaca Intercultural, para continuar con el trabajo antes de que esta impresora sea donada a la ENBIO para el uso de los estudiantes.

La solución en mano de todos

Pero no sólo son las lenguas: para el pintor también deberían de ser prioridad del sistema educativo el medio ambiente, las matemáticas, las artes o la gramática, sobre todo cuando existen 484 escuelas normales, urbanas y rurales en el país. Tan sólo en Oaxaca existen más de 80 mil maestros. A decir de Toledo, ellos podrían facilitar el trabajo con las lenguas indígenas.

img_1234“Si se quiere llegar a fondo (del problema) hay que contar con los maestros. Por eso son importantes los maestros. Ellos, por ejemplo, podrían trabajar con este material, pero como no hay incentivos o no tienen el material didáctico o sistemas de enseñanzas viables, pues…”, dice y queda en silencio.

“Sí la normal cumpliera con sus funciones —continúa— ahí estarían sus promotores de escritura, de recuperación de tradiciones, leyendas, chismes, cuentos, chistes, toda la literatura oral. Creo que hay gente que graban algunas cosas, pero ¿y luego? Para difundirlas se necesita equipo, material didáctico, cámaras, grabadoras, todo lo que tienen los otros maestros para la enseñanza”.

 

Políticos menos rateros, más clases para niños; un sueño

A propósito del tema de las normales, al maestro no habla de Ayotzinapa. Para él, ése es otro tema, pero sí habla de la reforma educativa y de lo mucho que le cuesta entenderla bien porque, por un lado, los maestros dicen que es una manera de control que el gobierno anuncia a favor de los estudiantes, pero que en realidad es una reforma que atenta directamente a su sistema laboral. Por otro lado, los que la defienden señalan que todo es en pro de una mejor educación y planta magisterial. Sin embargo, nadie se pone de acuerdo y nadie sabe a ciencia cierta en qué consiste. Por lo pronto, las manifestaciones continúan, por lo menos en Oaxaca.

“Yo no conozco de fondo el problema, pero me gustaría que los niños no perdieran clases, que los maestros tuvieran sueldos dignos, que los políticos fueran menos rateros y más comprometidos con las comunidades. Pero pues todo esto es, pues… es un sueño”, y suelta un suspiro como resignación.

Según datos de la UNICEF, las niñas, niños y adolescentes indígenas en México constituyen la población con mayores carencias y el menor grado de cumplimiento de derechos fundamentales, y son los del sureste del país los que viven más excluidos de la educación: la mayoría de las casi 25 mil comunidades indígenas suelen ubicarse en zonas de difícil acceso.

A pesar de las cifras, Toledo insiste en que se debe continuar con esta labor y, que para lograrlo, se necesitan manos jóvenes.

 

 

 

 

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Staff Santa Cultura

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